¡Nos comemos Alemania!

Qué bonito es viajar, conocer otras culturas, costumbres, pero sobre todo, saborear todas las ciudades y países por los que vamos pasando. Dicen que la comida es un fiel reflejo de la personalidad de una nación, por eso hoy nos ponemos manos a la obra para conocer Alemania desde la cocina.

Lo primero, un buen desayuno

Para cargar las pilas en un día de turismo es imprescindible sentarnos a la mesa y disfrutar de un típico desayuno alemán. Aunque la repostería alemana es muy variada, dejaremos las tartas para el postre y empezaremos el día con un desayuno completo y, por supuesto, muy sano. Una buena taza de café, pan y mucho embutido son las claves de estos desayunos germanos. Que no falten los quesos, acompañados de sabrosas mermeladas y naranja. Embutido de toda clase, uvas y… ya tenemos un gran desayuno alemán.

Al mediodía, como picoteo rápido, un Pretzel, conocido antiguamente en Alemania como pretzequiel. El pretzel, que se encuentra entre la galleta y el bollo, tiene forma de lazo. Después de hornearlo, se saltea con piedrecitas de sal gorda en el exterior, consiguiendo un sabor ligeramente salado. Lo podréis encontrar en tiendas, panaderías, supermercados e incluso en los puestos de las estaciones de metro. Pero ¡muy importante! no lo confundáis con el norteamericano, que es mucho más fino y tiene más de galleta que de bollo 😉 Si os animáis a descubrir más sobre estos lazitos salados podéis poneros el gorro de chef y seguir esta fácil receta del pretzel alemán. 

La comida más fuerte

Si después de patearnos cualquiera de las ciudades alemanas ya no podemos más, lo mejor que podemos hacer es buscar un buen sitio para comer. En Alemania podemos encontrar un gran número de restaurantes orientados a turistas, pero si buscamos bien encontraremos numerosos restaurantes donde los propios alemanes disfrutan de su gastronomía. Para saborear la Alemania más auténtica, te recomendamos los siguientes platos: 

Wurst: ¿Hay algo más típico en Alemania que las salchichas? Las encontrarás de las formas más variadas y cientos de maneras de prepararlas y comerlas. Las más conocidas y típicas son la Bratwurst (la salchicha alemana tradicional, elaborada con carne de cerdo finamente picada), la Knackwurst (más pequeña y generalmente de puerco y condimentada con ajo, acompañada con pan, mostaza y chucrut) y la Weißwurst (típica del sudeste del país, es de color pálido y suele elaborarse con carne de ternera y cerdo, y condimentarse con especias). Si viajamos a Berlín, nos encontraremos con las CurryWrust en cada esquina de la ciudad; salchichas troceadas con tomate y curry espolvoreado.

Kasseler o Kassler: es un filete de carne de cerdo ahumado y salado, parecido a lo que conocemos como filete de Sajonia y que se acompaña, normalmente, de chucrut y puré de patatas. 

Eisbein: el codillo de cerdo es uno de los platos más típicos del país. Se sirve cocido y puede ir acompañado de numerosas guarniciones, desde patata cocida, puré de patata (también conocido como Kartoffelbrei), puré de guisantes…

La mejor manera de acompañar todas estas comidas es, sin duda, con una buena cerveza alemana. Podrás elegir entre una amplia variedad, en el que no faltarán la cerveza Paulaner (originaria de Munich), la Franziskaner (una de las más famosas cervezas de trigo) o la Bayerische Staatsbrauerei Weihenstephan, la cerveza más antigua del mundo con más de 1.000 años.

La hora del postre

Para rematar bien el día y nuestro atracón de comida alemana, qué mejor manera que disfrutar de la variedad de la repostería del país. Las cafeterías y pastelerías, Bäckerei en alemán, se caracterizan por sus grandes tartas y exquisitos dulces: el pastel de Zanahoria, la tarta de manzana, las Berlinesas (conocidas como Berliner)…

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