La Tamborrada de San Sebastián
En Donostia cada 20 de enero a las 00 horas parece que estalle una guerra. En ese preciso instante, en el balcón del Consistorio –situado en la céntrica Plaza de la Constitución–, representantes de la tamborrada de Gaztelubide hacen sonar sus tambores mientras el alcalde se encarga de izar la bandera de la ciudad. Con este acto, que se repite año a año llueva, nieve o truene, se da el pistoletazo de salida a la fiesta de la Tamborrada, con la que se homenajea al patrón de San Sebastián. El festejo, sin embargo, calienta motores mucho antes. Representantes de las tamborradas de todos los barrios de la ciudad se desplazan hasta esta plaza, que en el momento álgido llega a albergar 15.000 personas. Momentos previos a la medianoche ya hacen sonar sus tambores, barriles y herradas, y con la bandera en lo alto del mástil empiezan a cantar las famosas canciones compuestas por Raimundo Sarriegi, empezando por la Marcha de San Sebastián. Es entonces cuando la ciudad es invadida por los cánticos y sonidos de los tambores y barriles; una invasión que dura exactamente 24 horas, cuando la tamborrada Unión Artesana arria la bandera y da por finalizada la fiesta. El origen de esta curiosa tradición no está del todo claro, y ni los historiadores se ponen de acuerdo en el motivo que empujó a los donostiarras a salir con sus tambores por las calles de la ciudad, allá por el 1836. Una versión cuenta que se conmemoraba la ocupación napoleónica (1808-12), cuando los militares franceses los hacían sonar y las aguadoras les respondían burlescamente golpeando los barriles de que se servían para recoger agua. Eso explicaría que un grupo vista emulando al ejército de Napoleón y otro a las aguadoras. Hay, en cambio, quien atribuye el origen de la Tamborrada al redoble sobre las herradas que producían las mujeres de servicio mientras aguardaban su turno en una de las tres fuentes que abastecían la ciudad, y otros opinan que los desfiles comenzaron como comparsas de carnaval. Sea como sea, la primera tamborrada en desfilar bajo el mismo concepto con el que se hace hoy fue la Unión Artesana, creada en 1870, y en las décadas sucesivas se fueron creando otros grupos. En la actualidad existen más de 100, y los más famosos son los que visten de militares franceses, con ropa vasca tradicional y de cocineros. Impacta ver numerosos grupos de tamborileros ataviados con batas de cocina blanca y el toque blanche dándole al tambor, pero esto se debe a que las sociedades culinarias fueron responsables en gran parte del éxito y conservación de esta tradición, y por eso hoy es una de las facciones con más solera. Tras varias horas de tocar se reúnen en sus locales –txokos–, donde cenan un menú tradicional y delicioso. Cada tamborrada está constituida por entre treinta y cincuenta tamboreos vestidos de militares, y entre cincuenta y cien barrileros vestidos de cocineros y aguadoras. Las compañías de tamboreos las dirige un Tambor Mayor, es decir, un miembro veterano que manda los golpes bastón en mano, mientras que en las compañías de barrileros hace lo propio el Barril Mayor, que porta en sus manos un gran tenedor, cuchillo o cuchara con el que lidera la actuación. Durante todo el día 20 de enero estos grupos ofrecen actuaciones a lo largo y ancho de la ciudad, y los más pequeños tienen su propia tamborrada (con unos 5.000 participantes) esa misma mañana. Aunque la tamborrada más famosa es la de San Sebastián, también se celebran en otras localidades como Azpeitia (el mismo 20 de enero), Eibar (en junio) y algunos pueblos de Aragón y Castilla La Mancha (en Semana Santa). Si no te quieres perder este acontecimiento único con sketch propio en el programa ‘Vaya Semanita’ visita la página web de ALSA y comprueba que la mejor manera para llegar a Donostia es en uno de nuestros confortables autocares. Y no te olvides seguirnos en Facebook y Twitter si quieres estar al día de las promociones y novedades que ofrecemos. ¡Jai zoriontsuak!