El relato de «Piolín» es el tercer ganador de «Cuéntanos y participa»

Seguimos compartiendo con vosotros los relatos ganadores del concurso que realizamos el pasado mes de junio, llamado «Cuéntanos y participa«. Cada uno de ellos está lleno de sentimientos, recuerdos y buenos momentos; experiencias vividas a través de ALSA. La protagonista de nuestro tercer y último relato ganador es Rocío Rodríguez Nuño, quien desde hace un año, viaja en la línea que une León con Ponferrada y nos cuenta su experiencia diaria. Esperamos que disfrutéis con su lectura tanto como nosotros.

Un autobús llamado «Piolín»

Viaje número 233…

Hace ya casi un año que realizo diariamente este trayecto. Por motivos laborales, debo desplazarme de mi localidad a unos 96 kilómetros y mi elección siempre fue ALSA.

Día tras día, mes a mes, he ido entablando amistad con los demás viajeros que, como yo, también se desplazan diariamente en esta línea. Conversaciones más o menos superfluas pero que nos unen de un modo peculiar.

07:30 de la mañana, dársena 3, ahí está nuestro “Piolín” como cariñosamente llamamos al autobús que cubre el trayecto. No es un autobús de alta gama, la verdad… sino que el pobre lleva ya varios remiendos y se notan los kilómetros y kilómetros de rodaje… Cuando, por motivos mecánicos, debe pasar por el taller y lo sustituyen por otro, nos sentimos huérfanos y el viaje no nos sabe igual.

11723534824_8a335d2f29_bCarlos, nuestro conductor, ya es parte de la familia.

– Hoy mi equipo ha ganado la liga

– Pues el mío ha subido a primera

– Uf, yo estoy preocupado, porque el mío ha bajado a segunda…

Más o menos, la mayoría solemos sentarnos en los mismos asientos, como una costumbre tonta, pero que nos hace sentirnos como en nuestro propio hogar. Yo tengo manía por sentarme siempre en el número 30, Belén elige el número 23, Carlos el número 33, Julia el 27…

Miro por la ventana, las calles aún vacías se van impregnando de rumores, olor a café recién hecho, desayunos, niños y escolares que comienzan a regañadientes una nueva jornada, bostezos… el humo de los coches va impregnando la cuidad. Nosotros nos desde nuestros asientos nos despedimos de la ciudad y emprendemos rumbo por la carretera.

Nuevos viajeros van subiendo y bajando de “nuestro Piolín” como si de un gran pájaro amarillo se tratara, vamos surcando la amplia y a veces angosta carretera. Pasamos uno tras otro pueblo y más pueblos. Entre ellos, varias huertas pequeñas, van adornando el trayecto. Los tomates ya están saliendo, sus frutos rojos brillan jugosos.

Peregrinos con sus mochilas, suben y bajan del autobús. Piolín les da tregua y cura sus pies cansados, aunque solo sea una etapa del camino. Atravesamos en duro puerto, la niebla es nuestra compañera la mayor parte de los días. Vemos el amanecer a través de las ventanas, las nubes, caprichosas, nos ocultan el sol.

Me entra sueño, cierro los ojos y reclino el asiento. El resto de viajeros habituales ya han llegado a su destino, yo debo esperar un rato más. Doña Elvira tiene cita con el médico, me despierta su tono de voz, siempre demasiado elevado… pero es una señora mayor, que, como ella dice, está sorda como una tapia… se lo perdonaremos, jaja! Se sienta con dificultad, todos los días se queja de que esos asientos no son nada cómodos, siempre protesta por algo. Su nieto, avergonzado, la manda callar, pero Doña Elvira es auténtica y con un refrán o una moraleja, siempre nos saca alguna sonrisa al resto de pasajeros.

Vuelvo a cerrar los ojos, el traqueteo de la carretera me hace adormecerme como si me meciera en una cómoda tumbona. Dos curvas pronunciadas hacen que mi cuerpo se bambolee y me hacen despertar. Ya hemos llegado, en un par de minutos, veremos la Estación de Alsa y el trayecto habrá llegado a su fin. Aprovecho para desperezarme, pongo recto el asiento, y recojo mis cosas, desconecto el iPod, meto el libro, que no he leído, en el bolso, me peino y pongo el abrigo.

Un día más Piolín, gracias por traerme un día más.

Hasta aquí el tercer relato premiado del concurso, ¡muchas gracias a todos los que participasteis! Nos encantó leer vuestras historias 🙂

Imagen | Curtis Perry