¡Oh, blanca y pintoresca Navidad!
En la variedad está el gusto, o la diversión, como canta Un Pingüino en mi Ascensor. Y en Navidad, somos testigos de la riqueza de tradiciones de nuestro país, ya que se mantienen vivas las costumbres regionales más singulares. Os invitamos a hacer un repaso por la indiosincrasia de las tradiciones navideñas locales.
La gastronomía, la estrella de la Navidad
Uno de los principales distintivos de nuestro país es su riqueza gastronómica, y en Navidad no podía ser menos: cada familia pone sobre la mesa el plato más especial del año, y muchos continúan degustando las recetas más tradicionales. En Aragón, por ejemplo, la tradición dictaba que había que comer en estas fechas cardo en salsa o «cardo de Nochebuena«, y cordero asado; platos también típicos en Navarra o Soria. En la zona de Levante (Valencia, Murcia) lo típico es el «caldo con pelotas«: una albóndiga acompañada de un caldo ligero que se ha convertido ya en sinónimo de celebración y familia. Como postre, también es muy común el Tronco de Navidad, similar al brazo de gitano de bizcocho cubierto con chocolate. Y en todos los rincones del País, el 6 de enero desayunamos el Roscón de Reyes: quien encuentre el haba, como dicta la tradición, tendrá que pagar éste o el del próximo año, mientras quien encuentra la figurilla tiene derecho a ser coronado.
El arrastre en Algeciras
Durante las navidades, los niños en Algeciras van recogiendo latas vacías para preparar el «Arrastre»: una singular manera de llamar la atención de Sus Magestades los Reyes Magos de Oriente para que no se olviden de visitar sus casas por la noche. El 5 de enero, los niños salen a la calle arrastrando ristras de latas por el centro de la ciudad, armando un gran escándalo.
Una tradición cuyo origen no se conoce con certeza: puso ser porque con el ruido se asustaba al Gigante Botafuetos, quien cubría la ciudad con una nube gris la noche de Reyes para que no pudieran encontrar esta localidad; o bien porque antiguamente los niños arrastraban sus juguetes de hojalata viejos y hacían ruido para que los Reyes Magos vieran que estaban gastados, y les trajeran juguetes nuevos.
El «otro» Santa Claus: el Olentzero
A Navarra y al País Vasco llega un Papá Noel muy especial: el Olentzero, un carbonero con txapela simpático y bonachón, de buen comer y manchado de carbón. Su aspecto descuidado y antiguo simboliza el final de un tiempo que ya ha llegado a su fin y da paso a un año nuevo. Cada 24 de diciembre, el Olentzero recorre las calles de Bilbao, Pamplona, Vitoria-Gasteiz o San Sebastián, al son de la música navideña.
El Tió de Nadal
En Aragón y Cataluña, los regalos los trae también el Tió de Nadal: un personaje mitológico que comienza a alimentarse el día de la Inmaculada Concepción y al que se cubre con una manta para que no pase frío. En Nochebuena, los niños golpean con bastones al Tío de Nadal, quien «cagará» los regalos para ellos, al son de las canciones del Tió. Tradicionalmente el Tió defecaba chucherías y turrones, o incluso higos, aunque actualmente lo que trae son regalos.
Galicia: el Apalpador y el Tizón do Nadal
La noche del 24 o 31 de diciembre, recorre las tierras gallegas el Apalpador o Pandigueiro, especialmente en la comarca Terra de Trives. Un carbonero que baja a tocar el vientre a los niños para ver si han comido suficiente durante el año. Viene cargado de regalos, castañas y buenos deseos para el próximo año.
Para salvaguardarse de las tormentas, en algunas zonas de Galicia también se mantiene la tradición del Tizón o Cepo de Nadal: un tronco que se deja arder hasta la mitad y, cuando se aparta del fuego, se guardan los carbones porque tienen propiedades mágicas, ya que evitan las tormentas y el pedrisco que destruye las cosechas. Cuando se avecina una tormenta, la familia vuelve a encender el Cepo, para que desvíe los rayos.
El canto de la Sibila en Mallorca
En todas las iglesias de Mallorca, la noche del 24 de diciembre se escucha «El canto de la Sibila» durante el oficio de maitines de Navidad: un drama litúrgico de melodía gregoriana que tuvo mucha difusión durante la Edad Media. Un grupo de niños recorren la iglesia cantando, en procesión, hasta llegar al coro: uno de ellos porta una espada erguida delante del rostro, y sus acompañantes llevan cirios encendidos.
Alicante arde en Fogueres en Nadal
No sólo hay hogueras en San Juan: en Alicante, las malas experiencias del año que finaliza se escriben en un papel que arderá en la hoguera del día 31 de diciembre, con el deseo de que el fuego se lleve las desgracias. Al mismo tiempo, se escribe una lista de cosas buenas: tras la cena del día 31, cada persona cogerá un puñado de tierra fértil y la desmenuzará sobre el papel, con el deseo de que florezcan los buenos deseos. Estas buenas intenciones se mezclan con lentejas y se plantan en una maceta, que cada cual tendrá que cuidar a lo largo del año para que se mantengan vivas sus buenas intenciones. La cosecha de estas lentejas suele comerse en San Juan, coincidiendo con el solsticio de verano.
También hay hogueras por las calles: las Fogueres en Nadal, impulsadas por la Federació de les Fogueres de Sant Joan, ponen el punto y final a cada año con la cremà de los monumentos fogueriles en las calles de la ciudad.
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Imagen destacada Tió de Nadal: Wikimedia Commons
Imagen Olentzero | disgustipado